Desde el agradecimiento por la vida...
Desde la belleza natural...
Desde la
estampa singular, desde la soledad del momento, desde el encanto interior,
desde mi enamoramiento...
Desde La Tejita...
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Han pasado más de quinientos años de que la expedición de Cristóbal Colón llegó a tierras de lo que hoy se conoce como “América”. A todas luces, el navegante genovés nunca tuvo conciencia de que su búsqueda de una nueva ruta marítima rumbo a la tierra de las especias (La India) lo llevaría a un mundo totalmente distinto.
“Las camas en que duermen se llaman hamacas. Son unas mantas de algodón muy bien tejidas y de buenas y lindas telas, de dos varas y tres de largo, y algo mas angostas que largas. Las atan a un árbol y a otro árbol, y quedan en el aire, cuatro o cinco palmos levantadas de tierra, de manera de columpio. Y es muy buen dormir en tales camas, y son muy limpias. Como la tierra es templada, no hay necesidad de mas ropa encima. (Fernández de Oviedo.)
Los informantes indígenas de Sahagún, preservado en el Códice Florentino, narran que cuando Motecuhzoma envió objetos de oro para satisfacer a los europeos: “Les dieron a los españoles banderas de oro, banderas de pluma de quetzal, y collares de oro. Y cuando les hubieran dado esto, se les puso risueña la cara, se alegraron mucho (los españoles), estaban deleitándose. Como si fueran monos levantaban el oro, como que se sentaban en ademán de gusto, como que se les renovaba y se les iluminaba el corazón. Como que cierto es que eso anhelan con gran sed. Se les ensancha el cuerpo, tienen hambre furiosa de eso. Como unos puercos hambrientos ansían el oro”.
El siguiente icnocuícatl (así designaban a los cantares tristes, verdaderas elegías, obra de los cuicapicque o poetas nahuas postcortesianos) acerca de la Conquista que a continuación se transcribe, proviene de la colección de “Cantares Mexicanos” y probablemente fue compuesto hacia el año de 1523. En él se recuerda con tristeza la forma como se perdió para siempre el pueblo mexica.