Hipertensión, un peligro oculto a combatir
La hipertensión arterial
Es una enfermedad peligrosa y traidora porque no presenta síntomas claros. Se ha convertido en un problema sanitario de primer orden porque es infradiagnosticada: la Organización Mundial de la Salud estima que más de nueve millones de persona mueren cada año a causa de la que es llamada la asesina silenciosa, causando infartos o accidentes cerebrovasculares.
Los expertos recomiendan que para reducir la presión arterial alta es imprescindible realizar cambios en los hábitos de vida relacionados con la dieta y la práctica de ejercicio físico, y en algunos casos, la toma de medicamentos.
¿Cuáles son los valores normales de la presión arterial?
Los valores de la máxima o tensión sistólica son normales, cuando la cifra es inferior a
120 mmHg en personas jóvenes y
130 mmHg en personas mayores.
Se consideran valores normales para la mínima o tensión diastólica, cuando la cifra está por debajo de
80 mmHg.
Cuando es superior se considera que hay hipertensión arterial.
Para medir la tensión arterial debería hacerse estirado en una camilla y después de unos minutos de reposo, debido a que la tensión puede variar simplemente por sentarse o por ponerse de pie.
¿Cuándo aumenta la presión?
Conocer nuestro cuerpo y la secuencias de nuestro ritmo de actividad diario evitará que nos alarmemos innecesariamente ante una subida puntual de tensión arterial.
- Al despertar: despertarse implica un ligero aumento de tensión en respuesta a la orden de nuestro cerebro para despertarnos y recuperar la actividad. Hay personas que se despiertan con tensiones normales, despiertas y llenas de energía. Pero hay otras que se despiertan con la presión baja (“no sirvo de nada hasta que no me he tomado mi primer café”).
- Ira, estrés y preocupaciones: en momentos de ira o de peligro o de estrés, por ejemplo, las glándulas suprarrenales, situadas junto a los riñones, descargan una hormona muy potente llamada adrenalina. Esta sustancia química contrae las arterias haciendo que se eleve la tensión arterial. Es el mismo efecto que ocurre con una manguera cuando estrechamos la boquilla. Por eso, cuando estamos preocupados, sentimos ira o miedo, la tensión arterial puede elevarse un 50% sobre su nivel normal.
- Durante las comidas: la presión arterial también aumenta durante las comidas, y varía con cambios en la postura corporal, en especial con los movimientos de la cabeza. Si eres de las personas con presión baja reconoces muy bien esa sensación de mareo que te sientes al levantarte sobre todo si has estado sentada un rato y si hace calor.
- Ejercicio: también la presión aumenta cuando hacemos ejercicio debido a la necesidad del corazón (mayor gasto cardíaco), pero disminuye cuando este se acaba. Este es uno de los motivos por los que la actividad física es un buen regulador de la tensión y es altamente recomendable para controlarla. También se eleva durante la excitación sexual.
- Durante el embarazo: la presión arterial desciende gradualmente durante el primer trimestre, baja a mínimos en el segundo trimestre y después vuelve a la normalidad durante el tercer trimestre.
- Edad y exceso de peso: otras variables que afectan a las oscilaciones de la tensión arterial son la edad (con el paso del tiempo los vasos sanguíneos pierden elasticidad y con ello su capacidad de dilatarse) o el exceso de peso. Ambas aumentan los valores normales de la presión sanguínea.
- Tabaco o el café: el tabaco también aumenta la presión arterial por su efecto vasoconstrictor (estrechan las arterias y hacen que la sangre circule a más presión). En el caso del café, no está muy claro su efecto en la elevación de la hipertensión arterial. Depende de cada persona. En todo caso, no es recomendable para personas hipertensas que no responden al tratamiento.
¿Y cuándo disminuye?
La presión baja cuando dormimos, y es menor por la mañana, antes de empezar nuestras actividades, o cuando tomamos un baño o cuando leemos un libro.
También baja durante la digestión. Seguro que alguna vez has notado esa sensación de somnolencia después de las comidas, favorecida por la ingesta de alcohol. De hecho, la siesta, muy practicada en los países cálidos, es casi imperativa después de una comida copiosa, mientras que una ingesta ligera ayuda a superar el bajón, lo mismo que hace un buen café, por su efecto estimulante.
Otros factores que alteran la presión arterial
Variaciones de la temperatura externa o de la humedad ambiental alteran la presión arterial. Por ejemplo, en los meses de verano, cuando hace calor, la presión arterial es más baja que en invierno, cuando hace frío. El calor dilata los vasos sanguíneos (vasodilatación) para favorecer la pérdida de temperatura corporal por lo que baja la tensión arterial baja.
La presión de las arterias oscila también con la altitud: en la montaña aumenta mientras que en la costa -a nivel del mar- disminuye.
'Tengo la tensión alta, ¿qué debo hacer?'
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¿Habrá sido por los nervios de ir al médico, la llamada ‘tensión de bata blanca’?
¿Crees que deberías empezar a tomar medidas?
Lo cierto es que los médicos insisten en que lo ideal son cifras iguales o inferiores a 125 de sistólica (la habitualmente denominada alta) y 80 de diastólica (la baja).
- Y es que la tensión arterial de una persona de peso y estatura medios debe de ser menor de 140 la sistólica y menor de 90 la diastólica. Por encima de estos valores hablaremos de hipertensión.
- Eso sí, ten en cuenta que una toma aislada de la tensión no es válida para sacar conclusiones, ya que depende de la situación específica en la que nos encontramos antes y durante la toma. Los expertos insisten en que hay que realizar tomas sucesivas dos o tres veces por semana durante al menos cuatro semanas.
- Además, las tomas deben hacerse a la misma hora del día, siendo el momento ideal a media mañana. La media de todas estas tomas serán una muestra bastante aproximada del estado de nuestra tensión arterial.
- Algunos de los factores que influyen en un aumento de la tensión arterial son: fumar, una dieta rica en grasas, la obesidad, el aumento de colesterol en la sangre, elestrés, la vida sedentaria y la falta de ejercicio físico.
- Por todo ello, es fundamental adquirir hábitos de vida saludables, como, por ejemplo, mantener controlado nuestro peso. Y es que no hay que olvidar que la obesidad es una de las principales causas de la hipertensión, algo que preocupa a los expertos, sobre todo teniendo en cuenta el gran incremento de la obesidad infantil, que aumenta el riesgo de padecer hipertensión cuando se llega a la madurez.
- Además, hay que reducir la ingesta de sal y seguir una dieta cardiosaludable –rica en frutas, verduras y lácteos bajos en grasa, que incluya cereales integrales, pescado, carnes blancas magras y frutos secos-, dejar de fumar, reducir la ingesta de alcohol y realizar ejercicio de forma regular.